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viernes, 13 de julio de 2012

Nuevas formas de lectura

El ensayo El Lectoespectador, de Vicente Luis Mora (1970), se fundamenta en un debate tan vigente que es difícil separarlo de la polémica. La corriente estadounidense de teorización de la literatura que se desarrolló durante todo el siglo XX generó una basta bibliografía, llena de obras profundamente contradictorias, de las que aún hoy es difícil sacar conclusiones claras. El formalismo ruso impulsado por el crítico V. Propp, el estructuralismo francés, la crítica sociológica o la psicocrítica (amparada en los estudios de Freud) trataron de crear un estudio literario científico. En cambio, el New Criticism y las vanguardias apostaron por la máxima del teórico De Man que, en su obra La resistencia de la teoría, dijo la celebre frase, “la teoría literaria consiste en la imposibilidad de su definición”.

El lectoespectador es el primer intento de crear un marco teórico para la literatura en el siglo XXI. Vicente Luis Mora retoma el debate y añade nuevas realidades que han surgido recientemente con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y, por supuesto, con lo cambios que ha ocasionado la disrupción tecnológica del libro electrónico. En el prólogo, el autor ya anuncia la tesis que luego desarrollará durante gran parte del texto: “Llevo años sosteniendo que los cambios que se están produciendo en la sociedad, fulminantes y paradigmáticos en algunos casos, están provocando una dinámica de flujos, prácticamente en marcha, con las práctica culturales y literarias”.

El lectoespectador es un libro cuya mejor sinopsis es su título. Vicente Luis Mora no trata de teorizar sobre los nuevos modelos de negocio como ya hizo Enrique Dans en su obra Todo va a cambiar. Tampoco intenta vaticinar cómo será el futuro de libro al igual que hacen, en diferentes medios de comunicación, gurús informáticos como Negroponte. “El objetivo último de este libro no es tener razón, ni plantear dogmáticamente modos de entender lo que está pasando, ni proponer recetas. El objetivo es pensar sin más, porque pensar es en sí mismo indeclinable” dice el propio ensayista en las páginas de su obra. Luis Mora está más cerca de los postulados anti-teóricos de De Man, que del formalismo estructural de Propp. Para él, lo literario posee infinitas definiciones y es absurdo reducir la complejidad del arte a las tendencias críticas del momento.

En el ensayo, se pueden extrapolar tres conceptos que se desarrollan de manera transversal en todos los capítulos. Por un lado, Vicente Luis Mora define la nueva Pangea que se ha creado con Internet. Ahora, ya no existen barreras espaciales ni temporales y esto ha provocado una interconexión de flujos informativos infinitos. Para el teórico, los esquemas mentales del siglo XX han sido rechazados en un lapso tan corto, que es lógico que la sociedad contemporánea viva profundas contradicciones que dependen de las capacidades adaptativas del sujeto.

Vicente Luis Mora, foto de Páginas de Espuma

La segunda idea, siempre relacionada al concepto de Pangea, trata sobre el nuevo modelo de lectura que se está desarrollando. Para Luis Mora, la interrelación con flujos constantes que se ha desarrollado en el mundo, unida a la supremacía de la imagen, ha generado que el “lectoespectador” lea pantallas y no tanto palabras. “Vivimos, como decía Culler, en una sociedad donde la televisión, el cine y las nuevas tecnologías dominan el saber común de los ciudadanos y cualquier cosmovisión literaria que las ignore deliberadamente y represente el hoy mediante escenas de falso costumbrismo pretelevisivo abunda en estructuras sociales esclerotizadas e inexistentes, y apela a unos saberes antiguos que ya no presiden nuestro imaginario”.

El tercer concepto que se desarrolla durante todo el ensayo hace referencia a la evolución que debe acaecer en la crítica literaria que, desde su punto de vista, también sigue anquilosada en códigos del pasado y que no responde a las nuevas necesidades del lector. Luis Mora defiende que “a diferencia de la tradicional, la crítica moderna debe crear un texto nuevo o diferente frente al texto originario”. Es decir, cree que se debe crear una concatenación de textos dialógicos que enriquezcan la obra para así prescindir de cánones anquilosados y arcaicos que son intransferibles a la nueva realidad.  

Este nuevo ensayo de Vicente Luis Mora sigue el mismo estilo que su anterior obra Pasadizos. Espacios simbólicos entre arte y literatura (Páginas de Espuma, 2008). Lo pretensión innovadora en la formas de expresión provocan en el lector muchas veces el hastío y la incompresión; no obstante, los partes oscuras y, a veces, redundantes se compensan con puntos de vista novedosos que al menos no caen en los tópicos y clichés de otros tantos. Luis Mora, que a parte de escritor, poeta y ensayista es doctor en Literatura Contemporánea y director del Instituto Cervantes en Marrakech, trata de teorizar sin imponer, explica a base de sugerencias. Por ejemplo, el libro termina con esta frase: “El  deslizamiento es el don de atreverse a pulsar sobre el botón de salir en medio de un mundo que nos condena al pause. Haga click, pulse escape, atrévase a salir, cuanto antes mejor”. Algunos la interpretaran como una secuencia lógica de la novela 1984, otros entreverán una oda a las posibilidades del mundo moderno. Da igual, el único objetivo es pensar. 


El lectoespectador
Vicente Luis Mora
Seix Barral. Colección “Los tres mundos”
18 euros. 271 páginas.

Víctor Gutiérrez Sanz

AyG

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