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viernes, 6 de julio de 2012

Pan y fútbol


El otro fútbol

Miguel Delibes

Ediciones Destino (1982)

102 páginas. 5,95 euros


El árbitro toca el silbato y comienza el partido. Millones de personas se agolpan frente al televisor, mientras unos pocos privilegiados se comen las uñas delante de esos veintidós jugadores. “¡Uy!”, gritan algunos viendo como se marcha la pelota rozando el travesaño. Los espectadores lo sienten, lo viven y lo sufren. El fútbol moderno posee las características más definitorias de la sociedad contemporánea. Por un lado, durante los últimos años se ha impregnado de la esencia del capitalismo; por otro, concibe al individuo como un ser gregario pero independiente. Miguel Delibes en una de sus obras más desconocidas, El otro fútbol, filosofa con motivo del Mundial de 1982 sobre el deporte rey. Es una compilación de artículos que está muy lejos de ser una publicación meramente anecdótica. Ni mucho menos. En el libro, se puede entrever al Delibes periodista, al Miguel más humano.

“¡Eso es roja!”, gritan algunos ciegos de ira. El odio irracional hacia el adversario quizás sea una de las mayores contradicciones del deporte, no obstante, muchos dicen que en las plazas lo que más une es la pelota. “Ese tío está ahí de adorno. No da pie con bola”, se quejan en las gradas. Abajo, sobre un tupido césped, trabajan un grupo privilegiado de hombres (las masas aún están vetadas a los deportes femeninos) de heterogéneas procedencias y muy distintos objetivos. Mientras tanto, los espectadores vitorean unos himnos y visten ciertos colores con marca registrada. Miguel Delibes en el segundo artículo sobre el fútbol dice: “Puedo asegurar que en treinta años corridos que llevo en este oficio de emborronar cuartillas nunca un trabajo mío ha desencadenado un tan abundante número de réplicas (...) el fútbol, en cualquier circunstancia política, constituye la pasión dominante para no pocos españoles”. Quizás esta pasión fue la que atrajo al escritor a los campos, quizás fue la masificación lo que le alejó.


Una relación de amor y odio

Cero a uno y el árbitro pita el descanso. Los aficionados del Nuevo José Zorrilla tiemblan mientras otros sueñan. En los medios nacionales no ha tenido mucha repercusión el encuentro, pero dos ciudades enteras esperan con ansia el final del partido. Llegados a este momento es imposible disfrutar. Miguel Delibes también sufrió con el Real Valladolid. En el artículo “El tema del fútbol” cuenta como “durante seis largos lustros” fue asiduo al equipo pucelano. “Asistí a su empecinado trajín en Tercera División, a su paso fulgurante por la Segunda y a sus casi veinte años en Primera, campeón de invierno en una ocasión, empatándole al Madrid en Chamartín”, cuenta Delibes.

Se reanuda el encuentro y vuelve la angustia. El estadio respira sofocado: “¡Uf!”, "¡Venga!”, “¡Ánimo!". Al final, llega el gol y la alegría estalla en toda la ciudad. El año que viene volverán los grandes, multimillonarios, a pasear por la ciudad. Delibes, hace más de treinta años, ya lo contaba: “El fútbol fue perdiendo paulatinamente su carácter lúdico y los futbolistas ya no saltaban a la pradera a jugar, sino a ganar dinero”. Ahora bien, en el estadio nadie piensa en ello, el deporte rey aún tiene algo especial, emotivo y distintivo. Dentro de poco tiempo volverán las caras largas y también las dudas, pero hasta entonces, no pasa nada por sentirse bien.


Grandes cambios

El otro fútbol es una grata combinación entre literatura, periodismo y deporte. Los tres artículos iniciales versan sobre el mayor espectáculo de masas de la sociedad contemporánea. El primero, que da título al libro, se centra en la Eurocopa de 1980 y en cómo avanzaba el juego defensivo frente al creativo. En el segundo texto, “El tema del fútbol”, se muestra el Delibes más humano. Habla de su relación con el fútbol, de su infancia entre juegos y de la idiosincrasia del deporte contemporáneo. Y en “Sobre el Mundial”, el escritor se desahoga criticando a una Selección Española carente de juego y de competitividad (¡qué tiempos!).

Años después, Delibes retomó repetidas veces el tema del fútbol en sus textos periodísticos. En su obra Pegar la hebra, plasma su desencanto, mientras que en el divertido artículo “El fútbol en pantalla” se queja de las repeticiones y la retórica superflua de los comentaristas televisivos. Todo ello con un estilo pulcro, irónico, austero y preciso, es decir, con la pluma de un Premio Cervantes. Suena el pitido final. Las gradas corean al unísono: “¡Pucela! ¡Pucela!”. Efímera felicidad. Eterna literatura.


Víctor Gutiérrez Sanz
AyG

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